Retrospectiva de Studio Ghibli




El castillo en el cielo (Hayao Miyazaki, 1986)
Muy pasada por alto, supongo que por ser la primera del estudio y por sus humildes aspiraciones. Pese a esto se configura como un cuento ideal de aventuras y de descubrimiento, de hecho tiene el doble de fuerza porque es en realidad una declaración de intenciones de los objetivos de Ghibli (en general y de Miyazaki en particular): coprotagonismo de niño y niña, amor entre ellos, lugares fantásticos, la bondad vence a la codicia, etc.



La tumba de las luciernagas (Isao Takahata, 1988)
El hecho de que esta película te destroza y acabas llorando como una magdalena es casi ya un meme. Como comentario más profundo: Takahata lo que hace aqui es hablar no solo del horror de la guerra, la lectura mas obvia, sino del intento de mantener la inocencia y la infantilidad en este contexto brutal, hasta sus ultimas consecuencias. Parece decirnos que ante épocas duras si se pierde la inocencia perdemos la humanidad, pero para mantener ese espíritu hay que pagar un gran precio.



Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988)
Miyazaki se plantea "y si intento retratar la infancia en su máximo exponente de tal forma que ni en la trama haya ningun villano y lo máximo que se pueda considerar un conflicto es que una niña se pierda" y a partir de ahí a volar. No vengas aqui con ningun concepto moderno de storytelling ni mierdas, aqui se viene a soñar.



Kiki's Delivery Service (Hayao Miyazaki, 1989)
En su momento me parecío de las más flojas del japo, con el tiempo en mi mente tomó otro caríz, ahora que la he revisitado lo confirmo: probablemente en el top 3 de Miyazaki. Funciona casi como una secuela de Totoro en cuanto que aquí se retrata la preadolescencia, pero a un nivel más universal. Sentirse perdido, el no saber donde encajar, la independencia y el desasosiego que conlleva, todo eso junto y presentado de la mejor forma. Y volar, siempre hay que volar.



Recuerdos del ayer (Isao Takahata, 1991)
De esta ya he hablado tanto que no quiero repetirme: la mejor de Takahata, de las mejores de Ghibli, peliculón en la animación y de mis peliculas favoritas. Oda a lo sencillo, a lo rural, a la nostalgia. Al verla lo unico que te queda hacer es mirar por la ventana melancólico.



Porco Rosso (Hayao Miyazaki, 1992)
Cuando la ví no destaco mucho para mi, pero ahora, la madre que me parió, menuda peliculaza. Todo el tema más visible de la rivalidad de Porco, su relación con Fio, la actitud casposa del prota, el contexto de entreguerras, no es más que la fachada, detrás de todo eso se encuentra una historia de redención, de encontrar descanso y poder perdonarse y volver a volar libre.



Puedo escuchar el mar (Tomomi Mochizuki, 1993)
El nivel que llevaba el estudio en su primera década era tan alto que parecía que su racha no podía terminar, pero lo hizo y de que forma. La música y el aesthetic del dibujo noventero no salva una película que no tiene idea de adonde quiere ir, plasma una relación regulera pero no le da salida coherente. Acabas el film mirando a la nada y pensando "pero que cojones".



Pompoko (Isao Takahata, 1994)
Los primeros minutos la propuesta resulta rocambolesca. Luego te planteas cuando el narrador dejará de describir todo lo que sale en pantalla. Pasada media hora empiezas a reírte por las ocurrencias y las locuras que se te presentan. Después te asombra la increible originalidad del mundo tanukil que ves. Terminas con el corazón triste, maldiciendo a la especie humana y preguntandote "¿cómo Takahata me ha llevado hasta aqui y no me he dado cuenta?".



Susurros del corazón (Yoshifume Kondo, 1995)
El amor es la espina dorsal de esta obra, pero en dos vertientes. La primera es el amor tal y como lo conocemos en cuanto a compartir sentimientos con una persona, pero no se queda ahí sino que plantea el amor como un esfuerzo conjunto, en el que uno pedalea una bici y el otro la empuja, sin el trabajo en equipo no se consigue nada. La segunda es el amor por una disciplina y el esfuerzo que esta requiere, desde elaborar violines a escribir historias, hay una admiración por el trabajo duro, al igual que el amor este no viene dado y hay algo hermoso en labrarlo, en sudar por él, en dedicarle tiempo y saber que al final lo dominarás. Podríamos incluso plantear otra interpretación: la necesidad de encontrar tu hueco, tu lugar, sentirte pertenecido. Esto entronca con encontrar el amor (pues te sientes arropato por él), encontrar tu arte (pues es en donde darás tus esfuerzos para progresar). Y no me he parado en hablar de: la parsimonia a la hora de iniciar la relación entre los personajes, los líos estudiantiles que ocupan el primer tramo, la familia que refuerzan la necesidad de encontrar tu camino, el guión tan bien elaborado, la figura del abuelo, etc. En definitiva, Susurros del corazón es una obra complejísima que abarca muchos temas y perspectivas pero que no chocan entre sí, sino que se retroalimentan y crean un precioso mosaico visual. Al final lo que resume esta película es:
"Country roads, take me home
To the place I belong"



La Princesa Mononoke (Hayao Miyazaki, 1997)
La obra más monumental de Ghibli. Alejado del corte familiar de las anteriores, Ghibli se atrevió a realizar una obra de corte más adulto, sin que esto perse sea identidad de calidad. Miyazaki en la cúspide de su carrera visualiza el trabajo más hondo y complejo de todos. Siguiendo la estela de Nausicaa, Mononoke plasma un mundo dominado por dioses, monstruos y humanos en un ambiente de samuráis. La mitología aqui presentada es inimitable e inigualable, la peli salta de ambientes de misterio y fantasía a lugares de trabajo en una ciudad de carácter shogunal. La escena que deja entrever es casi imposible de describir, moviendose entre el horror, la violencia, el costumbrismo y la pasión por la naturaleza. El tema del conflicto entre humanos y naturaleza se puede resumir en la eterna lucha entre el amor y el odio, con especial énfasis en lo segundo. Miyazaki a diferencia de sus otras películas se centra más en este segundo factor, de ahí lo oscuro de la propuesta. Pero es Miyazaki y sabe que sin uno no existe el otro y nos regala numerosos momentos hermosos y termina con un lienzo verde y florido.
"Observa con la mirada desprovista de odio".



Mis Vecinos los Yamada (Isao Takahata, 1999)
Vuelve Takahata con una pizca de cotidianidad, calma y tradicionalismo. El contraste con Miyazaki nunca ha sido tan grande. La estructura en pequeñas escenas sin conexion da la sensación de estar viendo una vida completa de un vistazo. La tranquilidad de las situaciones y la sensación de estar viendo trozos sueltos de una serie hace a ratos que el tempo se ralentice demasiado, pero es innegable la honestidad con la que Takahata lo presenta todo. Ni siquiera la introducción de versos filosóficos da pretension. No hay nada que me guste más que alguien presentando escenas familiares sin más, con libertad y sin miedo.



El Viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001)
Oda a la fantasía, a la imaginación, al crecer, al sudor del trabajo, al amor, a la búsqueda del hogar, al sentirte solo en un lugar desconocido, a la empatía, al ayudar a otros, a la mitología japonesa, a las fábulas. Simplemente magia.



Haru en el reino de los gatos (Hiroyuki Morita, 2002)
En el intento del Studio Ghibli de promocionar a directores noveles diferentes a los ya veteranos es inevitable que surgan obras mediocres sin mucho que aportar.



El Castillo Ambulante (Hayao Miyazaki, 2004)
Se me antoja como la película más irregular de Miyazaki. Navega entre varias ideas sin quedarse con ninguna del todo. La típica historia de amor de una chica con una vida simple que es sacada de la monotonía por un misterioso hombre, se ve truncada por el papel activo y fundamental de esta y como el chico resulta ser muy imperfecto. La historia de como la juventud y la belleza nada tienen que hacer contra el esfuerzo, la sabiduría y la comprensión. La historia de como la guerra, violencia y la maldad solo se combate con la bondad y el cariño. Todo temas interesantes y aun siendo un trabajo sólido, no siento tanto la naturalidad del japo aquí como en sus otras obras.



Cuentos de Terramar (Goro Miyazaki, 2006)
"La muerte es parte de la vida y no hay que tenerle miedo... pero si eres un dragon inmortal pues entonces vences al malo, asi que lo mejor es no morir".



Ponyo en el acantilado (Hayao Miyazaki, 2009)
Después de Totoro, Miyazaki vuelve a retratar lo infantil, tal vez incluso de forma más pura. Hay una cierta perplejidad con el comportamiento de Ponyo y del amor entre ella y Sozuke, apenas unos niños, pero todo se presenta con la acostumbrada pureza y sobriedad del japo que al final te quedas prendado de sus personajes. Para redondear más la propuesta, un ambiente acúatico como siempre imaginativo, la reflexión sobre la naturaleza y el hombre, una comparación entre la vejez y la juventud, y por último deja entrever con unos trazos el poder de las madres como fuerza de la naturaleza.



Arriety y el mundo de los diminutos (Hiromasa Yonebayashi, 2010)
Si no fuera porque surgió en el estudio de Miyazaki y Takahata, Yonebayashi habría destacado más dentro del panorama anime (algo tampoco muy complicado). Ocurre con sus pelis lo mismo que con algunas de Hosoda, son buenas pero no destacan especialmente, pero son sólidas. En este caso (y en la futura Marnie) lo que caracteriza la obra es una cierta melancolía que atrapa tempranamente a la protagonista (surgida por el coprotagonista y que se extiende a todo el film) y se mantiene todo el rato, unido a un uso mínimo de la fantasía de Ghibli (solo presente en los diminutos) y más centrado en el costumbrismo de la vida de estos pequeños seres y como se la tienen que apañar, destacando sus ingeniosos sistemas y su casa. Arriety es más bien una pequeña obra (pun not intended) que se insufla de la sensación de aventura de Ghibli pero que su director no procesa bien debido a que tiene otros intereses, la desconexión (o distancia/barreras) entre personas y como esto genera una melancolía en nosotros. No es excelente, pero al menos es mejor debut que el de Goro.



La Colina de las Amapolas (Goro Miyazaki, 2011)
Un tiro un poco más certero que el primero, pero tampoco tanto. Se presenta un panorama de unos jóvenes que con esfuerzo y pasión le demuestran a unos adultos que su viejo edificio aun es valioso (¿algún tipo de mensaje para su padre?). Mientras, de fondo, (en primer plano en realidad) un romance entre chico y chica con sus altos y bajos. La película en general no destaca mucho pero se mantiene sólida hasta la mitad, entonces es cuando empiezan los giros de telenovela para finalmente decirte "oye que todo este lío en realidad era mentira", un lío de paternidad y hermandad solo para mantenerte enganchado y que al final pienses "ahora se pueden comer la boca sin que sea raro" aunque eso a los japoneses tampoco les frena mucho. Hablando en serio, Goro tiene marca propia, alejada mucho de su padre de hecho, donde el viejo contaba historia de personajes carismáticos y que lo podían todo, el joven muestra personas imperfectas. Donde uno muestra romances enternecedores, otro muestra romances extraños. Sino fuera por la ejecución habría sido un contraste muy interesante.



El viento se levanta (Hayao Miyazaki, 2013)
"Última" obra del nipon que decide tirar por su lado más triste y realista, casi sin apenas fantasía. Y además un biopic, para más inri. A todas luces el intento de Miyazaki para presentar su canto de cisne, pues esto no va tanto del controvertido ingeniero sino del propio director, de un vistazo a su carrera y a su visión del arte. Lo que flaquea un poco para mi es esa carcasa de biopic que debilita en algunos casos y la falta de foco entre la vida del artista y un amor de por medio.



El cuento de la princesa Kaguya (Isao Takahata, 2013)
La última obra de Takahata fue un flechazo directo a su visión como director: la reflexión de un aspecto de la vida tradicional desde la tradición. En este caso la figura de la mujer desde el contexto de un cuento clásico japones. La complejidad surge debido a que las concepciones machistas de la sociedad se introducen en el comportamiento de los padres, que quieren lo mejor para la chica pero no ven como la están encerrando, y también en la chica, que decide abandonar su libertad por el bien de sus padres. Al final las consecuencias de la sociedad atan a un personaje que durante toda la película muestra una vivacidad y una alegría por la vida, por la naturaleza (la verdadera, no una bonita y adornada) que te hace maldecir las circunstancias en la que se encuentra y te hacen (como en Pompoko) odiar a la especie humana por sus acciones. Es aqui donde Takahata se aleja tanto de Miyazaki, Isao siempre acaba pintando un trazo triste y desperanzador, pero incluso ahí encuentra valor en lo irregular de la vida humana, incluso ahí hay belleza.



El recuerdo de Marnie (Hiromasa Yonebayashi, 2014)
La película trata de una chica perdida y que se siente extraña de todo lo que le rodea, faltándole una parte de si misma, siendo esta su pasado. Con Marnie, Yonebayashi encuentra su estilo en plasmar la melancolía reforzada tanto por la historia de la niña como por el ambiente de marismas y anochecer del escenario. Hay por ahí una interpretación secundaria y de fondo que dice que la peli va del amor entre dos niñas, pero sin negar esta posible perspectiva, perdería fuerza en la segunda mitad aunque en la primera está bien fundamentada. Al final Marnie exhala añoranza por el hogar perdido y los lazos rotos, la abuela y la nieta, que intentan reencontrarse pero que no se pueden reconstruir (al igual que en Arriety) dando una sensación de tristeza por lo perdido, pero alegría por el recuerdo. Esta idea flojea un poco por la excesiva explicación final pero no rompe un film agridulce y que consigue llegar al corazón.



Marnie será la película antes de la mayor pausa productiva de Ghibli. Tras esta, Yonebayashi y otros animadores abandonarán Ghibli y crearán un nuevo estudio. Ghibli participará con otros estudios en diversos cortos y documentales e intentará integrar más el 3D, el cual arroya cualquier intento de hacer animación clásica. Finalmente, con la muerte de Isao Takahata, el viejo Ghibli poco a poco se desvanece y con el próximo estreno de Earwig y la bruja (totalmente en 3D) es más evidente, que esto sea bueno o malo ya es otra cosa. Lo que no puedo evitar pensar es, ante este desvanecimiento, perdiendo a su director rival/compañero, con las nuevas tecnologías estableciéndose en Japón, con el mundo entrando de nuevo en crisis, ¿qué tendrá que decir Miyazaki al respecto? Espero que podamos saberlo algún día, y si no, estos jóvenes y viejos cineastas han dejado un legado que se tiende a menospreciar y obviar pero que para el ojo crítico y abierto no le quedará otra que admitir que este es el mejor estudio de animación de la historia del cine.

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