Retrato de una mujer en llamas. El amor en la mirada

Desde sus inicios, el cine ha estado ligado al concepto de mirada. Desde la forma literal en que la tecnología usada detrás de la cámara es muchas veces asociada al propio ojo humano, hasta la conceptualización del cine-ojo del cineasta Dziga Vertov, el cual comparaba directamente a la cámara como una forma de mirar al mundo (VERTOV, 2011: 12-13) y de ver la realidad mejor que el ojo humano.

Estos paralelismos con el ojo, la perspectiva y la mirada, es un tema que lleva fascinando a los estudiosos del cine, llegando a argumentar que la capacidad del cine de captar con su mirada momentos concretos, le da una fuerza y un valor que la realidad ordinaria no capta (DAVID CÁRDENAS, 2009: 97). Por lo tanto, la mirada, el enfoque, la perspectiva, lo que capta el plano, lo que se deja fuera y los detalles que no se perciben a simple vista, todo eso compone una importancia capital en el cine.

Esto unido a la inquietud de la cineasta Céline Sciamma por representar la vida íntima de la mujer, la cual se ha respetado poco en el cine (SCIAMMA, 2021), y en este caso, a la mujer lesbiana, dan un filme que pone énfasis en la mirada de los amantes y en sus gestos, en un contexto que les obliga a contenerse y da como resultado la valorización del momento efímero y la memoria.

 

Portrait de la jeune fille en feu (Celine Sciamma, 2019) sustenta su discurso en dos aspectos, no separados, sino que juntos conforman la idea de la película. Estos dos son: la importancia de la mirada para captar detalles y la necesidad de la sutileza para retratar de forma respetuosa el amor. Todo esto se puede resumir en el mito de Orfeo y Eurídice, el cual sirve como elemento de intimidad entre las protagonistas y estructuración narrativa de la película. El filme viene a intentar retratar la escena en que Orfeo se gira para mirar a Eurídice. Portrait de la jeune fille en feu establece este instante no como una tragedia, sino como el momento mas importante del amor. El título hace referencia precisamente a ese concepto, en el que perspectiva y tiempo se aúnan para ensalzar el instante.

 

Héloïse mira a Marianne mientras su vestido se quema. Fotograma 1:18:37

 

El primer elemento es la importancia de la mirada y lo que se capta con ella. Mediante la cámara y la perspectiva de esta se van creando en el filme momentos que enfatizan las miradas de ambas protagonistas. El escenario, en estos momentos, queda en un plano secundario y toma importancia los gestos, sobre todo de las caras. La escena del juego de cartas, del concierto de orquesta, cuando Marianne toca el piano para Héloïse, la cámara se centra en los rostros para que nos fijemos en los detalles, en como se va fraguando el amor entre ellas a base de sutilezas.

Esta importancia en los detalles de los gestos se verbaliza en la conversación que tienen las protagonistas cuando relatan como conocen los gestos de cada una. El hecho de que Marianne tenga que pintar a Héloïse a escondidas tampoco es fortuito, esto hace que a nivel diegético la pintora se tenga que fijar poco a poco en los detalles de Héloïse. El propio arte de la pintura está también muy unido a la idea de perspectivas y del ojo. En los momentos de pintar el retrato es cuando surgen juegos de perspectivas, con plano contra plano que sugieren la mirada de complicidad entre ambas pero también la barrera que las aleja.

El segundo elemento es el de la sutileza, asociado también al tiempo, pues la delicadeza de las miradas y los instantes surgen por el tiempo que se toma cada plano. El movimiento de la cámara es continuo y apenas hay momentos bruscos. Todo, de nuevo, para que hablen los gestos por encima de todo.

Sin embargo el escenario también tiene importancia. Los paisajes de la costa francesa sirven como ensalzamiento de los sentimientos que se perciben. Esto unido a la época nos indica un sustrato de romanticismo en el relato. Los acantilados, como forma de libertad y tragedia por lo ocurrido a la hermana de Héloïse, la playa como lugar de intimidad donde ocurre el primer beso, los campos verdes como marco para los paseos. Incluso la escena nocturna, casi con el fondo totalmente negro, donde ocurre el canto conjunto de las mujeres sirve como lugar apartado, casi cerrado, para la reunión y privacidad. Que el cuadro final de Orfeo y Eurídice sea en un escenario parecido al de la playa no es baladí.


Marianne contemplando las reacciones en la exposición de arte. Fotograma 1:53:10

 

Como vemos el mito de Orfeo y Eurídice es un aspecto que se repite mucho en la película, pero también estructura la narrativa. La llegada de Marianne en barca es una transposición del paso de Orfeo por el rio Estigia. Las visiones de Héloïse en el vestido blanco, único elemento sobrenatural de la película, son la representación de ella como Eurídice y cuando finalmente la pintora se va, el ultimo giro que hace para mirar a su amada nos lo indica todo. En el mito, la tragedia viene por la incapacidad de Orfeo de controlar sus impulsos, en la clásica idea platónica del hombre contra sus instintos. Sciamma extrae el mito solo para retratar ese momento, no como algo trágico, sino como algo bello que no se podía evitar. Como señalo, da importancia a la mirada y la sutileza del tiempo efímero del mito.

La relevancia del tiempo viene también por el contexto histórico. Los pocos días que pueden pasar juntas las amantes surge por el casamiento establecido de Héloïse y por el obvio rechazo a las relaciones lésbicas en la época. El contexto de finales del siglo XVIII no solo sirve para mostrar, por ejemplo, la vida dura de la mujer común en la época, personificada en el personaje de Sophie, sino para obligar a mantener el amor entre las protagonistas en secreto y así dar más fuerza a los momentos íntimos. Esta represión sirve también como extrapolación del mito antes mencionado, pues la tragedia viene no de una regla impuesta por el dios Hades, sino de un matrimonio entre familias nobles. De hecho, el marido invisible funciona casi como el rey del inframundo, pues es a la vez razón por la que Marianne está con Héloïse y de su separación.

Para finalizar destacar la importancia del agua y el fuego en el discurso del filme. La llama, por razones obvias, representa la chispa de amor y sensualidad que nace entre las dos. El agua, por otra parte, es liberadora, ya que el deseo de Héloïse de bañarse te toma como una decisión de libertad. Estos dos elementos también se representan en los colores, sobre todo de los vestidos, el de Marianne rojo y el de Héloïse azul, generando un contraste entre ambas. En el fotograma de la exposición de arte vemos como Marianne lleva el color azul que antes llevaba su amante, como forma de recordarla.

 

Marianne toca el piano para Héloïse. Fotograma 39:19.


La unión de la forma cinematográfica, escenario, color, enfoque, perspectiva, profundidad, etc., unido al tratamiento pausado y delicado de la directora, dan un filme en el que la mirada y la sensibilidad son elementos capitales para la estructuración de la narrativa que se presenta. Esta es la del amor como una cuestión de instantes, de caricias, de miradas, de una sonrisa efímera. El instante en el tiempo, pese a ser breve, resuena en la memoria.

 

BIBLIOGRAFÍA

CÁRDENAS, J. D. (2010), ‘El cine, el ojo y el espíritu’, Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, 5(2), 93-103.

DZIGA, V. (2011) Memorias de un cineasta bolchevique, Madrid. Cita sacada del capítulo introductorio ‘El sistema del Cine-ojo de Dziga Vertov y su repercusión’ de Miguel Alfonso Bouhaven del libro Memorias de un bolchevique

SCIAMMA, C. (29 de octubre de 2021) Me obsesiona pensar en el cine y cómo vamos a mantenerlo vivo, La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/cultura/cine/20211029/7817281/celine-sciamma-petite-maman-obsesiona-pensar-cine-como-mantenerlo-vivo.html




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